No es que no haya escrito más.
Esto era sólo una prueba por ver la acogida de lo que escribo, ni por asomo pienso plasmar aqui todo mi trabajo.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Capítulo 2

Y solo me falta un paso para sumirme en aquello que se empeñan en llamar centro escolar. En mi mundo, sinónimo de poca libertad de expresión, lugar de culto a libros aburridos, espacio finito de sentimientos infinitos. Un paso que me separa de mi tormento diario. Un paso solamente, cuántas veces me habré arrepentido de dar ese paso. Y cuánto me arrepiento ahora, pues como siempre, ya lo he dado.

Me sumerjo en la hipocresía más absoluta de la que tengo memoria.

Personas que se creen superiores a otras por su forma de vestir, personas que se creen con más derechos que los demás porque son niños de papá que siempre han tenido lo que deseaban, que a los 30 segundos de pedir algo ya tenían a alguien a su lado con 3 modelos diferentes de lo que querían. Niñatos que no saben valorar absolutamente nada de lo que tienen. Chicos tan pobres moralmente y con un mundo interior tan escaso, que más que envidia me dan pena. Personas tan pobres que solo tienen dinero.

Luego está el grupo de personas que se creen menos que nada. Todo lo que dije arriba, completamente a la inversa. Chicos con poca autoestima y ningún aliciente en su vida. Personas que no ven en sus vidas más que días de sombras con pocos claros, que se piensan inferiores a otros porque un día alguien se los dijo. Personas completamente influenciables que perdieron la poca seguridad que tenían, a manos de personas que solo disfrutan humillándoles.

Personas felices, a las que los comentarios negativos les resbalan, y que solo se quedan con aquellos que desean escuchar. Personas que disfrutan día a día, cada momento como algo único e irrepetible, cada instante como algo de valor incalculable, cada segundo como una hora de sus vidas.

Todos los grupos, al fin y al cabo, se resumen en una única palabra: adolescentes. Y con ello todos los actos impulsivos, inexplicables y sinsentido que realizan.

Ando entre la gente. Esquivando a unos, saludando a otros pocos y, como siempre, Hanna me espera junto a las escaleras con una sonrisa en los labios y la felicidad tatuada en su rostro. Me guiña un ojo pícara, sabedora de que anoche estuve con Marcos. Nunca cambiará.

Comienzo a subir las escaleras y me sigue.

- ¿Qué tal ayer el “repaso”?

- Me quedé dormida

- ¿Tan mal lo hace? ¡Qué triste! Veía en ese chico un futuro prometedor.

- ¡Jajaja! Estuviste rápida.

- Yo soy así. Así de perfecta, así de sublime, así de genial, así de fantástica, así de espontánea, así de espléndida, así de…

- Menos lobos caperucita. Por cierto, viene el cazador.

Adrián, alias el cazador. Lleva coladito por Hanna desde que estábamos en la guardería. Ella lo ha rechazado infinidad de veces, pero se ve que el chico no es muy agudo en esto de las señales. Y no es porque no sea un chico alto, atlético, moreno o de ojos increíbles, es solo que el pobre no es muy inteligente. Vamos, que el día que repartieron cerebros, él se perdió en el metro y no llegó a tiempo. Con esto no digo que sea un mal chico, todo lo contrario es un cielo de chico; pero no es lo que Hanna anda buscando. Yo lo sé. Ella lo sabe. Pero él no, ese es el problema.

- Hola Hanna.

- Hola Adrián.

- Qué precioso día hace hoy, casi tanto como tu sonrisa.

- Ehh… si… claro. Creo que me llaman. Disculpa.

Y se aleja. Y con ella mis esperanzas de endulzar la mañana. Adrián también se va, puesto que no soy yo la razón de que esté a mi lado. Y subo las escaleras de forma tan mecánica, este instituto ya no entrama ningún secreto para mí. Recuerdo mi primer día aquí, fue una locura. Hanna no estaba, infección estomacal. Y así me veíais a mi, la típica niña que no ha roto un plato en su vida, bien peinada por mama y con mi mochila de carrito. Las burlas fueron excesivas, y decidí cambiar. No de madre, si no de mochila; y poco a poco las cosas fueron mejorando, conocí a gente, me hice popular entre un pequeño grupo de personas, fueron pasando los cursos, cambió mi aspecto, mis ideales, mis sueños y mi carácter. Y conocí a Marco, vaya manera más estúpida de conocer a tu futuro novio. Marco…

Dolor en mi brazo.

- Auuuuuu

- Hel… te esta preguntando… - susurró entrecortadamente Hanna

Y levanto la vista. Y toda la clase me esta mirando y como no, la adorable profesora que tuvo a bien hacerle el favor de sustituir a la señora Ruiz en su día de examen. Y me siento morir porque no he prestado atención a nada de lo que ha dicho en clase, y por la forma en que me mira, la pregunta va dirigida a mí; y sabe que desconozco la pregunta. Con el rabillo del ojo miro a ver si Hanna me puede chivar la pregunta, pero es completamente imposible que lo haga sin que se delate y que por ello le caiga un buen castigo. Y sorprendentemente Hanna está garabateando algo en una hoja. Y sin previo aviso, se levanta y grita:

- ¡DIOS UNA CUCARACHA!

Lo que sucedió a continuación es imposible de describir a no ser que hayas asistido al rodaje de uno de esos documentales en los que los elefantes salen en estampida; y como yo no he asistido, no puedo describirlo con exactitud. Chicas gritando, chicos haciéndose los machotes delante de sus novias, sillas contra el suelo, mesas rodadas, lágrimas de pavor… Y mientras tanto la profesora, con el gesto inmutable, buscando el bicho que ha perturbado la paz de su clase. Y me da por mirar a la mesa, al papel de Hanna y sonrío.

- Disculpe profesora me he confundido. Era mi cartera negra, que se me había caído. Le pido mil perdones. Continúe por favor.

Y me mira con cara de superioridad, dispuesta a ponerme un cero y a disfrutar de ello. Y ya va a por la libreta, cuando comienzo a responder a la pregunta que me había hecho. Y se queda parada, congelada, como si alguien hubiese pulsado el pause en una película de bajo presupuesto. Y se gira, con los ojos llenos de ira, una ira contenida que tarde o temprano terminará provocando la erupción del volcán. Pero por ahora, no hay riesgo de que explote, no delante de 26 alumnos más. Aunque he aprendido que las personas pueden ser impredecibles, y que los volcanes no atienden a normas preestablecidas. Pero no, se calma. Ya no destila hostilidad, pero en su mirada queda el atisbo de unas llamas que prendieron. Coge la libreta y muy a su pesar, me aprueba:

- Helena… un 9.5

Y suena el timbre. Sonido que supone el comienzo de mi libertad, de las tan ansiadas alas de libertad que me permitirán volar alto, tan alto como quiera. Y tan lejos como ellas me permitan.

4 comentarios:

  1. uwuuuuuuuuuuuuuuu
    ya me lei todo el primero
    jaja enganchada atope:D

    jajaja yuhu

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  2. Felicidades por los capitulos !
    son buenisimos ! :D


    emma_mihistoria.blogspot.com
    P.A.S.A.T.E =)

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  3. Escribes genial, es una pena que no hayas escrito aun el tercero, a ver si te animas pronto! ;)

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  4. 5 meses sin escribir nada? A ver si vas a ser como el resto de los tantos adolescentes que intentan escribir una novela y se quedan en el capítulo 2/3.

    Que sueñes con angelitos buenorros!

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